En el año 2013, el presidente de China, Xi Jinping, presentó la Iniciativa One Belt One Road, también conocida como la nueva Ruta de la Seda. La nueva Ruta de la Seda es un ambicioso proyecto cuyo objetivo principal es revivir y expandir las antiguas rutas comerciales de la Ruta de la Seda, que conectaban a China con Europa, Asia Central, Oriente Próximo y África, fomentando el comercio, la inversión y la cooperación económica en una amplia región.


Con esta iniciativa, China busca dos objetivos estratégicos: expandir su influencia por amplias zonas geográficas y asegurarse el control de las rutas comerciales más importantes para el país. Esto implica la construcción de puertos, carreteras, líneas de ferrocarril y otras infraestructuras necesarias para construir su imperio logístico.


Sin embargo, en la última década, Occidente ha respondido con creciente escepticismo y ha buscado contrarrestar la creciente influencia china mediante proyectos propios, como el Corredor India-Oriente Próximo-Europa y el Corredor Transafricano. En esta entrada veremos las razones detrás de la aparente disminución del interés europeo en la Ruta de la Seda y analizaremos las estrategias de Estados Unidos y la Unión Europea para frenar la expansión de la influencia china.



El Poder de China y sus Pilares Fundamentales: Relaciones Comerciales e Inversiones en Países Emergentes.


El ascenso de China como potencia global se ha sustentado en dos pilares clave: sus extensas relaciones comerciales y sus inversiones en países emergentes. China ha sido durante décadas la "fábrica del mundo", siendo un proveedor esencial para la mayoría de los países. No obstante, la pandemia de COVID-19 evidenció la vulnerabilidad de las cadenas de suministro globales, llevando a Occidente a buscar la diversificación de proveedores como respuesta.


En términos de inversiones en países emergentes, China ha financiado proyectos en África, generando preocupación en Occidente. Para contrarrestar esta influencia, se han propuesto proyectos alternativos como el Corredor India-Oriente Próximo-Europa y el Corredor Transafricano.

Respuestas de Occidente: Megaproyectos y Desafíos Asociados.


Estados Unidos y la Unión Europea han anunciado megaproyectos destinados a fortalecer sus lazos con regiones estratégicas y contrarrestar la influencia china.


- Corredor India-Oriente Próximo-Europa (IMEC):

 Este proyecto busca conectar India, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania, Israel y Europa mediante una red integral de infraestructuras. Su objetivo es facilitar el comercio, mejorar las relaciones diplomáticas y reducir los tiempos de tránsito. Sin embargo, enfrenta desafíos como la diversidad normativa, la estandarización operativa y los intereses geopolíticos de los países participantes.



Orientado a mejorar las infraestructuras de transporte en África, este corredor busca facilitar el tránsito de mercancías desde la región de Katanga en la República Democrática del Congo hasta el puerto de Lobito en Angola. Desafíos como la seguridad física, la financiación y la cooperación entre países plantean obstáculos significativos.



¿Podrá Occidente Independizarse del Gigante Asiático?


La ejecución exitosa de estos proyectos dependerá de la capacidad de Occidente para superar los desafíos mencionados y competir eficazmente con la influencia china. La diversificación de proveedores y la creación de infraestructuras estratégicas son pasos esenciales, pero se requiere una colaboración estrecha entre países, superando diferencias normativas y conflictos de intereses.


En última instancia, la competencia entre China y Occidente por el control de las rutas comerciales globales marcará la pauta para el equilibrio de poder en el escenario internacional. La capacidad de Occidente para adaptarse y responder de manera efectiva a los cambios en el orden mundial determinará su capacidad para independizarse del gigante asiático y mantener su propia influencia global.


La Ruta de la Seda y las respuestas de Occidente representan un capítulo crucial en la competencia global por la supremacía económica y geopolítica. Mientras China busca consolidar su posición a través de la expansión de infraestructuras, Occidente se enfrenta al desafío de mantener su relevancia en un mundo en constante cambio. La ejecución exitosa de megaproyectos y la cooperación internacional serán factores determinantes en este juego estratégico, cuyo desenlace impactará directamente en el equilibrio de poder a nivel mundial.