En los últimos años, ha surgido un resurgimiento de las intervenciones militares en el continente africano. Previo a los eventos en Níger y Gabón, Burkina Faso experimentó no solo uno, sino dos golpes de Estado en el transcurso del año 2022.

En enero del año anterior, el entonces presidente de Burkina Faso, Roch Marc Christian Kaboré, fue depuesto por las fuerzas armadas, y posteriormente, apenas ocho meses después, el 30 de septiembre, el líder militar que lo sucedió fue derrocado por soldados de rango inferior. Entre los años 2020 y 2021, se registraron golpes de Estado en cinco naciones africanas: Chad, Malí (en dos ocasiones), Guinea, Sudán y Níger.


Los expertos apuntan a que esta ola de golpes de Estado puede estar influida por la falta de democracia real en estos países, caracterizados por haber tenido al mismo presidente durante largos periodos de tiempo, así como turnarse en el poder una misma familia. Por no hablar de la enorme ineficiencia institucional de estos países, siendo el pan de cada día la corrupción, el clientelismo político y el favoritismo a ciertos grupos o etnias dentro del país.

Otro punto a analizar es que desde 1990, alrededor del 80% de los 29 golpes de Estado llevados a cabo en el África subsahariana se han producido en antiguas colonias francesas. Los expertos aseguran que más que una coincidencia, allí podría hallarse parte de la razón. Muchos en África suelen atribuir la inestabilidad regional a Francia, una ex potencia colonial que aún mantiene una fuerte presencia en el continente mediante instrumentos como el franco CFA o la presencia militar francesa.



La aversión hacia Francia también ha sido evidente en movimientos golpistas en diversas naciones como Burkina Faso, Níger y Malí, donde se han llevado a cabo manifestaciones en repudio a Francia, a menudo acompañadas por la quema de sus banderas nacionales. En Níger, por ejemplo, las alegaciones de que el expresidente Mohamed Bazoum, derrocado en julio de este año, actuaba como un títere en favor de los intereses franceses, se utilizaron como justificación para su destitución. En Malí, el coronel Abdoulaye Maiga, designado primer ministro por una junta militar en septiembre de 2022, expresó críticas hacia las "políticas neocoloniales, condescendientes, paternalistas y revanchistas" de Francia. Según él, este país le había "negado los valores morales universales" y había traicionado a Malí "por la espalda".