El pasado mes de septiembre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tuvo una intervención en la Asamblea General de la ONU, donde presentó la idea de un "nuevo" Oriente Medio con relaciones normalizadas entre Israel y varios estados árabes. En esta ocasión, utilizó un mapa titulado "El Nuevo Oriente Medio" que destacaba esta visión, incluyendo Israel y países árabes como Egipto, Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos. La propuesta buscaba señalar una era de prosperidad y comercio global conectando Asia y Europa.

Sin embargo, las hostilidades recientes entre Israel y el grupo terrorista palestino Hamas, desencadenadas por el ataque del 7 de octubre, han alterado estas expectativas. La respuesta brutal a este ataque ha resultado en una ofensiva israelí en curso, con un alto número de víctimas en Gaza y un gran desplazamiento de personas. Este conflicto ha generado un fuerte respaldo a la causa palestina en el mundo árabe y en otras naciones de mayoría musulmana.

El artículo destaca que estas tensiones han congelado cualquier posibilidad de una reconciliación inminente entre Arabia Saudita e Israel, algo en lo que la administración Biden había depositado fichas importantes. La esperanza de Netanyahu de marginar a los palestinos en un contexto regional más amplio parece ahora más ingenua, ya que la violencia en curso refleja la ausencia de un proceso que otorgue a los palestinos un estado propio o derechos políticos iguales.

Además, se plantea la posibilidad de un mayor involucramiento de Estados Unidos en la región, revirtiendo la tendencia de las administraciones anteriores que buscaban retirarse de los conflictos en Oriente Medio para centrarse en desafíos globales como la competencia con China y la situación en Ucrania.

Oriente Medio es una región de una relevancia mayúscula en el plano internacional, y no solo por su producción de crudo. Esta región es de especial relevancia para el comercio mundial, contando con rutas como el Canal de Suez y, además, el crecimiento que están sufriendo algunos de los países de esta región es desorbitante. Para ilustrarlo pondré el ejemplo de la evolución del PIB per cápita (expresado en millones de €) de Arabia Saudita:

Mohammed bin Salman Al Saud, el príncipe heredero de Arabia Saudí, quiere que su país esté entre las principales potencias del mundo, destacando que "la nueva Europa será Oriente Medio", y asegura que su país será "totalmente diferente en los próximos cinco años".

"Si tenemos éxito en los próximos cinco años, muchos países nos seguirán y el próximo renacimiento global en los próximos 30 años será en el Medio Oriente, si Dios quiere. Esta es la guerra saudí. Esta es mi guerra. La cual acepto personalmente, y no quiero morir antes de ver a Oriente Medio a la vanguardia del mundo y creo que este objetivo se logrará al 100%", explicó en la televisión del país en septiembre.

Este fortalecimiento económico de Oriente Medio (sumado a la “reconciliación” de Arabia Saudita e Irán ocurrida en el mes de marzo de este año 2023 y al posterior anuncio de la entrada de algunos países de Medio Oriente al bloque de los BRICS en 2024 como Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Egipto, Irán y Arabia Saudita) lleva a pensar que Estados Unidos y su aliado Israel tienen pocas posibilidades de recuperar peso en la región. El "Nuevo Oriente Medio" con Israel a la cabeza, haciendo de puente entre Medio Oriente y Europa, parece una utopía.